Francisca Ortega Salazar (1933 – Unknown) was an Ecuadorian poet and children’s literature author. In 1984, she won the Ismael Pérez Pazmiño National Poetry Contest for her poem “Salinas.” Her poetry books include “Poemas para Orfeo” (1978) and “Puente” (1957). She also wrote “Lucecita” (1979), a children’s book.
Selected works
Poetry
- Poemas para Orfeo (Imprenta Offset Chávez, 2nd edition, 1980)
- Puente (Universidad de Guayaquil. Departamento de Publicaciones, 1957)
- El vuelo: poemas (1985)
- Orfeo 2 (Universidad de Guayaquil. Departamento de Publicaciones 1978)
Children’s literature and related
- “Lucecita”: libro de literatura infantil y lectura (Publicaciones “Colegio Sudamericano,” 1979)
- Año internacional del niño
- Seminario de Educación Infantil (Guayaquil, 1979)
Poems
Salinas Primer premio del Ismael Pérez Pazmiño de 1984 Sueños Ahora tengo sueño. Son las dos de la tarde. Por eso no voy a nadar. Pronto va a terminarse este tiempo de mar y sol. Playa negra y húmeda. Pescadores silentes. y mis brazadas lentas fuera de la costa del sueño y despertar. Salinas Sólo unos pocas veleros se despiden de ti. Son tan pequeños que puedo medirlos con mis ojos. Pronto el pueblo estará solo y entonces voy a respirar, tu agua echa burbujas y nadar en el juego de tus olas de colores que nadie ve sólo yo que tengo las pupilas de arena y nácar. Salinas 2 Así dorada, solitaria viva como los peces, como el mar. Me gusta más. Esta mañana la arena cubría la calle y las palomas se desbandaron al escuchar mis pasos. Sólo las paredes lisas y los portones negros y cerrados me dieron la bienvenida. El mar allá abajo caracoleó y se abrió en un abanico de espuma entre las redes blancas de los pescadores y el cálido dejar pasar el tiempo de las dos: la mujer morena y la sirena. La nostalgia Medida En el mar cambiante, en la sal en la arena tranquila, en los parques vacíos, en la calles silentes he encontrado la exacta medida de ti. Salinas. En tu recuerdo de tarjeta postal escribo la medida de mi adiós. He de volver Sí. he de volver alguna vez. Sé que para entonces el mar estará igual de azul y en la bahía pequeña como cuenco de agua verde dormirán los mismos sueños otros hombres. Bajaré la misma escalera y otras mujeres peinarán sus cabellos igual que antes. Yo también para entonces tendré este mismo sueño. Pierce Decía que había estado aquí. en la guerra pasada. Que conocía todos los sinsabores de la costa, los designios del sol y la ternura de las lunas. Pero no murió en este mar como él quería. sino que lo enterraron junto a un árbol de buganvillas casi en silencio en un pueblo lejos de aquí llamado San José… El último verano Este es mi último verano aquí. Voy a extrañar las rocas silenciosas, la arena tibia, el sol que espejeaba en el mar dormido, las olas juguetonas, tu presencia, pero es el tiempo de llamar a los barcos en la bruma dorada más allá del este donde está el último muelle y donde los aqueos de vez en cuando nos llaman. Abril 30 Han llegado temprano con parasoles de colores y bolsas al hombro. Han mirado el mar sin nostalgia y se han tostado al sol pausadamente bajo las palmeras, luego se han ido, sin volverte a mirar yo me quedé a recoger tu soledad limpia de risas. Pero llena de sal. Pueblo viejo Aquí en el pueblo viejo nadie te recuerda padre. Sólo una vieja antigua vendedora de pargos ahora enriquecida te nombró por tu apellido y escupió un poco de maldad desde su faz de momia. Por lo demás nadie recuerda cómo eras, ni tus amaneceres en alta mar dando la bienvenida a los ingleses, tampoco todo lo que hiciste por el pueblo viejo con el solo hecho de hacerme nacer cerca de la rompiente y los atardeceres olvidados. Magician Ajedrez Sólo la reina sabe el nombre del caballo y el peón. Sólo ella conoce la trizadura del hielo en el aire frio que cortaba la madrugada la otra forma de muerte: el no poder dormir. El dolor que era latido. Ahora la torre cayó y ha ganado el Alfil. Jaque Mate al caballo. La burbuja Ahora son las seis de la mañana y el mar y el horizonte son un abrazo de plata líquida. Aquí no hay otra burbuja que el aire que respiro. Pero las otras las que están en el estanque han visto caerse sus escamas en cada madrugada del encierro sin mar. Baraja En la baraja el hombre era el destino. Ayer me la encontré envejecida, perdido el celeste fulgor en sus ojos hinchados. En el leve parpadeo del reconocimiento la marejada de los recuerdos la devolvió por un instante su antigua faz perdida. O fue hermosa como la otra vez. Magician En la baraja no sale ya el hombre ni el agua. Sólo muestra un largo camino sinuoso y una orilla color de esmeralda. La mujer está signada por un tatuaje de sal pero no sé qué significa. Al final hay una gran ciudad y un sueño pequeño como el amor que jamás conociste. La noche Sólo escucho el romper de las olas en la playa. Me he levantado para saber de qué color es el mar en la noche y lo he encontrado iluminado de luna, blanco de barcos, plateado de estrellas, azul de humo, verde de orquestas. Y me he quedado dormida con el balcón abierto sin saber de qué color es el mar en la noche. El ancla Enmohecida, casi negra de olvido y sin cadena te he encontrado cerca de la rompiente. No hay signo de qué barco caíste, ni cual fue el temporal que te cortó. Sólo miré la herrumbre que cubre tu noble faz de acero tu pesadumbre y tu nostalgia del barco y las sirenas. Arena Atlántida Todos piensan que yaces sumergida en el fondo del mar, que eres sólo una isla blanca en el azul infinito de la memoria. Nadie recuerda tus puertas de Ori-calco. tus dársenas de basalto. el templo de oro de Antinea. Sólo nosotros las sirenas sabemos que continúas igual sólo dormida entre el musgo de un archipiélago de corales gigantes, esperando el otro despertar. La vejez Como sirena no conozco otro tiempo que el del mar. No conoceré la vejez desconocido coral que no cubrirás mi garganta de estrías. Ni el mirar despectivo de algún hombre que escondida siempre en mis ojos de alabastro todas las promesas que no se cumplieron. Troya Esta es la parte vieja de la costa. Desde el mar las torres de los ricos del pueblo me recuerdan los palacios de Troya. También llamada Ilión en otros tiempos. Pero no hay cóncavas naves en el puerto azul tranquilo de yates blancos y gaviotas perezosas. No hay más guerra que una perdida ilusión y eso en el recuerdo del inmortal Homero es nada. Arena ¿Quién te dio arena esa fugaz arquitectura donde los bancos viejos dejan el eco de su salobre pena? ¿Quién te dio arena, todo el amor que hecho recuerdo lamida por la espuma sin dolor o cansancio espera? ¿Quién te creó, arena, pensándote como el perfecto juego de los niños? ¿Quién en su vida no hizo castillos en la arena? ¿Quién te dio, arena, la forma de contener el mar, de guardar los secretos de origen, de conocer los nombres, de todas nosotras, las sirenas? ¿Cómo naciste grano a grano corpúsculo a corpúsculo mezclada con escamas, con el color de los peces voladores, con el aire sabor de las mareas, con el olvido de todos los naufragios? Yo he descubierto ahora, que estoy hecha de ti porque si bien comparto el mar contigo mi tiempo es sólo arena. Orfeo 6 He venido al mar para estar cerca de ti Orfeo. Para buscarte en las barcas carcomidas, en los remos cansados en las redes inmunes, en las últimas mareas. Crisantemo de algas coral en flor, Nenúfar de nácar devuélveme mi espejo de ónix quiero encontrar otra vez en mis ojos el recuerdo de los últimos aqueos.